Encontramos a Segovia en pleno mes de agosto, cuando el calor apremiaba y las calles parecían despojadas de vida, ella merodeaba entre los coches, buscaba sombra y refugio a pesar de su corta edad, la tristeza en sus ojos revelaba que había vivido situaciones difíciles. No era una gata callejera; su comportamiento sugería que había conocido el cariño humano. Quizá se había escapado, saltando por una ventana, y en un giro del destino se encontró sola y desorientada, abandonada en un mundo que ya no reconocía.
Desde el primer momento, demostró ser una gata, cariñosa y amigable. Su espíritu vivaz y simpático nos tardó en conquistarnos, su energía desbordante y su deseo de compañía son innegables.
No sabemos cuál es realmente su historia, pero estamos seguros que al lado de la persona correcta tendrá un futuro prometedor, por ello, buscamos un hogar para Segoviana tan especial como ella.
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