Cuando el verano llegaba a su fin, encontramos a Althea moviéndose con rapidez entre los coches aparcados en una plaza. Buscaba algo… una referencia, una guía… pero no la encontraba. Entonces lo entendimos: Althea es ciega.
No tiene ojos, y solo podemos imaginar su historia. ¿La abandonaron porque nació ciega? ¿Viajó escondida en el motor de un coche hasta llegar allí? Nunca lo sabremos.
Lo que sí sabemos es que no estaba delgada, ni descuidada. Tenía hambre, sí, pero también tenía una enorme necesidad de cariño. Desde el primer momento buscó nuestras manos, nuestras caricias y el consuelo del contacto humano.
Althea es pura dulzura. Se orienta perfectamente, aprende rápido y utiliza su olfato y oído con una inteligencia asombrosa. Estamos seguros de que se adaptará sin problema a su nuevo hogar y llenará de amor cada rincón.
Adopta a ALTHEA y déjala sentarse en tu pecho a ronronear. Prometemos que te alegrará la vida tanto como tú la suya.
Porque ella también merece el regalo de un hogar.
Si no puedes adoptar, apadrínala aquí: https://www.protectorahuellas.org/apadrina/